Dicen que la primera decepción del humano es salir del vientre materno. Ahora me veo recostado en la cama con varios años ya encima. Reconozco como el tiempo se atrevió a desarrollar el indefenso feto. Obligó a que los huesos, carne y piel; se amolden, estiren y agranden sólo para satisfacer su capricho.
Y la sangre también es cómplice del tiempo; le es fiel con su fluidez constante. Pero más cómplices son los ojos que todo lo vieron y nada hicieron más que llorar.
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