miércoles, 8 de septiembre de 2010

Otra vez la sensación de la habitación suspendida en la nada, como hacía varios años no la tenía. No la extrañaba, pero no me disgusta, la acepto, la dejo fluir. En la anterior ocasión eramos casi las mismas personas, pero con personalidades diferentes a las que tenemos ahora. Si no fuese que al mirar por la ventana puedo distinguir en la oscuridad un tanque de agua, pensaría que estamos flotando realmente. Si me levanto de la silla y camino hacía un sector de la habitación, todo se inclinaría.

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